Se habla mucho del final para la Ley de Moore. Esta ha «muerto» varias veces desde que en 1965, el co-fundador de Intel Gordon Moore, estableciera que el número de circuitos integrados se duplicaría cada 18 meses. Pero, de momento, el final de su predicción se ha superado con avances inimaginables en el día de su formulación.
El caso es que, teóricamente, los electrones serán manejables y predecibles hasta que el canal por el que fluyen tenga unos 5 nanometros. Ahí se ha establecido el limite físico, teórico, para la Ley de Moore. Con lo que, si ahora tenemos tecnologías FinFET de 14nm y el año que viene, Intel, sacará sus Cannonlake con 10nm, la cosa pinta mal.
La Ley de Moore debe continuar
Una de las soluciones recientes, publicada en la prestigiosa Science, nos habla de llegar a 1nm. Sí, un salto impresionante, si se da dentro de no muchos años. Aunque, de momento, no pasa de ser un ensayo en el Departamento de Energía de la Universidad de Berkeley.
La solución del laboratorio universitario pasa por construir nanotubos de carbono que canalicen los electrones y estos sigan su camino previsto. El material clave, sin embargo, es el bisulfuro de molibdeno (MoS2). Un compuesto formado por azufre y molibdeno, que se da de manera natural como molibdenita. De este se derivan lubricantes, sustancias para la refinación de petróleo y ya se emplea en electrónica desde hace años. Con lo que no parece que vaya a escasear pronto.
De momento, estamos ante un test. Una prueba sobre las posibilidades de construir transistores con puertas de tan solo 1nm. Pero es una línea de investigación más para frenar esta cuenta atrás y dar un respiro, de nuevo, a la famosa Ley de Moore. Que más bien, se trata de unas indicaciones, no de una afirmación universal.