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Europa fija 2023 para la fabricación de chips en volumen Europa fija 2023 para la fabricación de chips en volumen
EPI es la iniciativa europea de procesadores que promete conseguir la independencia de China en fabricación de chips. Europa fija 2023 para la fabricación de chips en volumen

La arquitectura RISC y, en concreto, su versión RISC-V es una vieja conocida para quien ha seguido la historia de los procesadores durante las últimas décadas. La fabricación de chips había relegado esta tecnología tras la aplastante presencia de micros basados en Intel x86 o hasta PowerPC de IBM, Motorola y Apple. Pero lo que en otros tiempos era algo complicado, poco conocido, ahora está en el bolsillo de casi todo el mundo.

Aliados inseparables de entornos Linux, pero también de empresas centradas en mercados de nicho, la arquitectura RISC-V es de código abierto y licencia gratuita. Esto quiere decir que la pueden utilizar diseñadores sin pagar royalties para la fabricación de chips, a diferencia de otros modelos como los que normalmente usa Intel.

«La utilización de arquitecturas con conjuntos de instrucciones de código abierto garantiza la ausencia de licencias propietarias y de restricciones a la exportación», afirman desde EPI.

Un informe reciente expone el trabajo de los últimos años para que Europa se suba al tren de los productores de chips más importantes. Con una tecnología europea, que se basa en las especificaciones de Rhea. Un chip diseñado por la empresa francesa SiPearl y donde Atos se encarga de las obleas de silicio. La base en la fabricación de chips es el procesador ARM Neoverse V1, con 29 núcleos RISC-V, cuya fabricación masiva se espera para 2023.

El chip de prueba de EPAC, Aceleracor Europeo de Procesadores, incluye entre sus promotores al Centro de Supercomputación de Barcelona y la Universidad de Zagreb (Croacia). Los 28 socios del proyecto incluyen a 10 países y un presupuesto de 79 millones de euros, con fondos que incluyen startups, empresas e investigadores con sede en Europa.

La construcción de fábricas, optimización de las cadenas de suministros y una investigación local constante prometen conseguir cierta independencia de China y otros países en el terreno de los procesadores. Un campo donde Europa cuenta propiedad intelectual e iniciativas muy potentes, pero carece de modelos comerciales que compitan con los grandes gigantes norteamericanos y, en los meses más próximos, chinos.

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